segunda-feira, 27 de outubro de 2008

Riesgos que merecen la pena


Dicen nuestros abuelos que los tiempos han cambiado mucho, que ya nada es lo que era, que antes todo era más tranquilo. Y cuánta razón tienen …

Antes, si queríamos que nuestra marca fuera conocida, teníamos que pagar una cantidad generosa de dinero a las cadenas de televisión para que reprodujeran un anuncio de siete segundos el mayor número de veces. Los resultados generalmente no se pueden cuantificar, el retorno de la inversión se cuestiona cada vez más y el desembolso económico hace que miles de empresas no puedan acceder a este tipo de medios masivos.

Actualmente, y afortunadamente, estamos viviendo una revolución, la revolución del Word of Mouth. Para que me entiendan, el Word of Mouth sería en Internet lo que una peluquería en la vida real. Tú me cuentas, yo escucho y vuelvo a contarlo, en una cadena interminable que se extiende con rapidez en pocos días. El poder de la comunicación boca oreja es la estrategia más efectiva que ha conocido la humanidad y su importancia como herramienta de marketing es cada vez más relevante.

Sin embargo, llegados a este punto, no puedo dejar de plantearme una pregunta. ¿Esto es ético? ¿Es una especie de engaño a las personas? Evidentemente no podemos pensar que el boca oreja se genera en su totalidad por los usuarios Las empresas desarrollan tácticas para fomentar el proceso. Y cuando digo fomentar, quiero decir pagar y hacer suculentos regalos a especialistas de la comunicación para que hablen bien de la marca: líderes de opinión. Y si los líderes de opinión se dejan agasajar así, ¿dejarían de ser líderes de opinión para convertirse en marionetas?

Sinceramente, todo esto me produce miedo, vértigo y cierta inseguridad. Pero también me hace creer que hay otras formas de llegar a los internautas, que hay otra forma de crear publicidad, de reinventarse cada día…Trabajar en una agencia de medios durante cuatro años me ha enseñado que el riesgo es parte de nosotros, que para ganar hay que apostar, y que para apostar hay que ir más allá de lo puramente convencional. Lo único que me temo es que dentro de muy poco la cada vez más ínfima línea que separa lo moral de lo no moral en Internet dejará de existir. ¿Es el mundo online un mundo sin ley? ¿Podemos hacer que los usuarios se dejen influenciar por periodistas previo pago? Por primera vez no sé de qué lado estoy …

Julia González

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